PEQUEÑO HOMENAJE A MIS PADRES: TANI Y ANGELITA. MARISOL MARTIN.

(Esta carta fue leida por mi hija Marisol el día 30 de Diciembre de 2005, día en que celebramos mi jubilación.)

Lo que recuerdo de mis primeros seis años, es lo bonito que era vivir en la calle Medio de Casares. Aquella casa que acogía a una gran familia. Recuerdo que por las noches nos sentábamos alrededor de la camilla y Abuelo Gildo, Aurora, papá o mamá nos contaban historietas; el cuento del “tío juaniquino”, o el de “la olla de la manteca”...

¡Qué maravilloso escuchar todas aquellas historias...! incluso, recuerdo la “coruja” que un día papá encontró por la carretera y temerosa de nosotros se escodía debajo del tresillo. ¡Qué bonito era todo aquello!. Recuerdo el día que nevó y todos bajamos a la calle para hacer un gran muñeco de nieve, como nos quedó tan bonito, no queríamos que se quedara fuera de casa, así que lo llevamos junto a la lumbre para que no pasara frío...

¡Qué buenas castañas con leche o las patatas que se cocían durante todo el día al lado de la chimenea...

¡Qué bonito era aquello y qué felicidad nos embargaba a todos juntos!.

Cuando yo tenía seis años, nos trasladamos al Lindón. Todavía era maravilloso comer todos juntos en el comedor de arriba, celebrar la navidad, colocar el belén y salir todos unidos a la misas del gallo.

Aquí, en la plaza del lindón, un día de tantos, antes de cumplir los siete años, D. Juan José, el cura, me buscó un colegio en Cáceres... ¡Qué contenta me puse cuando me lo dijo!.-

¡Qué bien, Solita, nos vamos a las Carmelitas...! ¡Q ué Ilusa!

Llegó el día y radiante llegué al colegio de la mano de mi padre y de mi madre. ¡Qué colegio tan bonito! ¡Vaya recorrido turístico por él!.

¡Qué ilusa! Vuelvo a repetir...

Cuando más entretenida estaba, mis padres desaparecieron... Se habían marchado y, allí estaba YO sola...

¡Qué duro! Papá y Mamá, ¡Qué duro para todos la separación!; pero qué buenos pensamientos os embargaban: ¡Mis hijos serán los mejores! Recibirán una educación que a nosotros nos faltó. Pero, ¿a cambio de qué?, de la distancia entre nosotros.

¿Cuántas veces, papá, me tuviste que reñir para que, los domingos por la tarde, me subiera al coche de Luis para marchar al colegio. Y qué contenta me ponía cuando, por alguna circunstancia esperábamos al lunes por la mañana para irnos.

Siempre me decíais: “Hija, es por tu bien; debes ir a formarte”. Esa es la palabra que, desde pequeña, retumbaba en mis oídos: formación. ¡Qué duro pero, ...! ¡Qué felicidad, para vosotros, vernos crecer...! ¡Cuántas veces, papá, mamá, ibais al colegio para interesaros por mí ...! ¡Cuántas veces, papá, me veías por la ventana y no me podías dar un beso, sólo para que yo no llorara de nuevo con la separación....

Muchas gracias papá, mamá. MUCHAS GRACIAS por ese sacrificio que durante toda la vida os ha acompañado....

Salí del colegio y las alas me crecieron y claro: llegó el bajón y tuve que repetir pero ahí estabais vosotros. Siempre alerta.... Y , ¡Qué mal llevaba aquello! De un año tras otro, tú, papá me agarrabas del brazo y me presentabas en el instituto... y qué pesado, ¡siempre con refranes! ¡Siempre con las mismas letanías...! pero.... ¡qué razón tenías!.

Gracias de nuevo por esas palabras aburridas que tanto odiaba escuchar pero, ¡mira tú!, estudié magisterio y después enfermería.

¡Qué orgullosa me sentía! Pero, siempre, gracias a vosotros, gracias a vuestro empeño por darnos lo mejor.

Sí papá, mamá. Lo mejor que me ha pasado en la vida es conoceros y disfrutar de vosotros.

¡Qué contentos todos de estar aquí juntos! ¡qué contentos de vivir unos años con vosotros... pero, de nuevo llegó el día que tuve que marcharme de vuestro lado ¿Por qué? Por otro sacrificio. Ahora yo quería estar al lado de mis niñas, me dolía separarme de ellas; no podía perderme lo que un día, vosotros, por circunstancias sacrificasteis pero, era distinto, yo tenía que afrontar mi nueva situación de esposa y madre. Tenía que luchar como tantas veces, vosotros, lo habíais hecho.

¡Qué difícil es ser madre! ¡qué difícil es educar!

Hoy día me doy cuenta de ello y quiero rendíos un pequeño homenaje:

GRACIAS POR SER COMO SOIS.

GRACIAS POR HABERME ENSEÑADO EL SENTIDO DE LA FAMILIA, DEL AMOR, DEL RESPETO A LOS DEMÁS.

GRACIAS POR ARROPARNOS CON VUESTRO CARIÑO Y VUESTRA HUMILDAD.

GRACIAS POR ENSEÑARNOS LO IMPORTANTE QUE ES VIVIR LA VIDA, SABIÉNDOLA VIVIR.

GRACIAS PORQUE YO, COMO MIS HERMANOS, CREEMOS QUE SOMOS EL RESULTADO DE VUESTRO BUEN HACER.

¡OS QUIERO MUCHÍSIMO!